No soy catolico, ni cristiano. No creo en jesus.

Cumpliré 24 años el próximo mes, me gustaría – de verdad- ser capaz de definirlo, darle un sentido más allá de cualquier percepción propia, deslindar al tiempo de mis experiencias, sin embargo…eso es realmente difícil, fuera de mi comprensión. Hace algunos meses estaba pensando en estas ideas acerca de quién soy, es decir, ¿quién soy? , y esta pregunta no es exclusiva mía, o de los sacerdotes, filósofos, místicos etc. Es un cuestionamiento que tú mismo has sentido, ese sentimiento de sentirte ajeno y pequeño, para después despejarte y recordarte que eres la punta de la evolución, la máxima prueba del funcionamiento de una máquina que no conoces pero a la que sigues y aspiras, o eso quiero creer, por que debo confesarlo… la idea de que alguien en cualquier lugar del mundo no experimente esa “nausea” me aterra, muchas noches no he podido dormir recordando a esas personas que están obsesionadas con la  religión, la moda, la electrónica, las figuras públicas( cantantes, actores, modelos) y esos pensamientos han sido semilleros de pesadillas en mí, porque yo mismo me mire en esas posiciones,  recordaba que yo mismo he deseado un iPod, determinado pantalón y envidiado personalidades, y han sido estas ideas las que no permiten pensar en sí mismos, pensar hacia dentro, es más… hasta he llegado a pensar que se tiene temor a hacerlo, me miraba culpable de haber caído, de haber llegado a ser víctima del consumismo, un consumismo orquestado magistralmente, con fines que escapan a una simple ganancia monetaria, las implicaciones están demasiado intrincadas y son oscuras, y el miedo que esto me provoca disminuye cuando reacciono, y puedo ser capaz de criticarme a mí mismo para concluir que el estar expuesto a los titiritescos medios de comunicación ha filtrado esos deseos en mi mente, me refiero a que el dinero mueve al mundo, pero más allá… tengo este pensamiento, creo que las aspiraciones han sido el motor de todo este sistema, esta posesión de bienes, de acumulación, así a la media de la población se les va la vida en trabajar por querer pertenecer a ciertos grupos sociales o vivir como ellos, a otros pocos en conservar su status…pero a otros tantos…a algunos millones de seres, la vida misma se les va en el hambre, el frio, en el cansancio, en la muerte. Este es un hecho, una realidad.
Menciono todo esto porque quisiera aclarar que este texto no es tarea de la universidad como alumno de filosofía, y que lo que planteo no es propio ni exclusivo de tales estudiantes. Esto llega a lo que nos es universal, la vida.
Comencé mencionando que cumpliré 24 años el próximo mes, y pensando en ello de repente me llego un chispazo acerca de qué tipo de persona debería ser, o bajo qué criterios según mi edad debería actuar, o cosas como las actitudes que debo mostrar ante determinadas situaciones, y me dije… ¿quién soy?  esto me devasto, porque el plantearme esas preguntas me llevo a deducir que lo único que quería obtener eran respuestas que otros ya han respondido por mí, de gente que ha dicho como debo de actuar o pensar, eso me devasto, porque me he dado cuenta que muchas de las maneras en las que actúo me fueron impuestas o hasta heredadas. Y de una de esas quiero hablar hoy: la religión.
 Nací en Miahuatlan, Oaxaca. el 8 de diciembre de 1987, y estoy muy consciente del papel que juega la zona geográfica donde se nace para determinar la religión a la que se pertenecerá, en mi caso… un país católico, un pueblo católico, con abuelos de ferviente activismo religioso, bueno… una cosa bárbara. Fui bautizado, tuve una formación en el catecismo normal, he comulgado y hasta he “confirmado” mi fe, en esa celebración que propiamente llaman “confirmación”. Después, viví “experiencias” (retiros, etc.) de tipo religioso, varias de ellas. Todo esto en conjunto sucedió en mi niñez, pubertad, adolescencia y por supuesto que se filtró en mi cabeza, actué bajo esos principios e ideales, pero debo confesar que nunca sentí pertenecer a la iglesia, todo era por seguir la regla, Hoy a un mes de cumplir 24 años estoy convencido de que no soy católico, tampoco cristiano, esto no es reciente, no es algo que se me ocurrió de repente, me he sentido más conectado y en paz mirando hacia el espacio, las estrellas, el sol, el mar….todo aquello que es enorme y no creado por el hombre que en un confesionario o rezando un rosario.
No soy católico, tampoco cristiano. No creo en jesus. No asisto a misa y no me siento obligado ni siquiera por mi formación a hacerlo,  en algo que sí creo es en el respeto y por ello mismo no critico ni odio a los creyentes, es una cuestión muy personal, y aclaro que no soy activista por el cambio de  religión. También quiero aclarar que el que yo no sea ni católico, ni cristiano no es una decisión que se deba a mi formación reciente, es decir, no se debe a que soy estudiante de filosofía, mucho antes de estudiar filosofía estuve en la escuela de medicina y ya pensaba en eso, y me encanta. Apuesto a que muchos católicos les gustaría no serlos.
Creo en la conexión con uno mismo, en el descubrirse en el otro pero no perderse. Creo en el amor, creo en la tierra,  creo en la energía que es la mismísima vida, creo en un dios pero no un dios que es padre, sino un dios que soy yo mismo, que es mi hermano, el que corre conmigo, el que toma mi mano y sonríe en complicidad. Me maravillo todos los días cuando el sol tuesta mi piel, y calienta mi sangre, creo en él, estoy consciente de mi necesidad de creer, pero yo elijo creer en lo creíble, el aliento que me roba la inmensidad del mar con sus salvajes olas, o la armonía que hay en el universo… no necesito categorizar los conceptos y encasillarme en una religión, la vida… se trata de ser feliz ¿cierto? Lo soy en mi creencia que es única, personal. Creo en el hombre…como mí igual, no un inferior ni ningún superior, y el día que tengamos la misma idea, el día que nos reconozcamos en el otro, el día que caigamos en cuenta que el hambre que yo he sentido la sienten también en áfrica pero que yo he sido afortunado, yo he comido…en áfrica hay miles que se mueren de hambre, es terrible. Siento la responsabilidad ética de dar de comer al hambriento o de beber al sediento…no porque algún tipo llamado Jesús lo diga…sino porque yo mismo he tenido hambre y sed…y es horrible.
Soy lo que he vivido, sentido,  soy lo que deduzco y en lo que creo. Me encanta no ser católico, ni cristiano. Me da miedo el ser que es fiel devoto y mata a su hermano, el que lo entristece, y a mí me entristece mucho de lo que veo, y es de lo que hablaba al principio, esa idea de dejar de ser humanos…para convertirse en poseedor de bienes, de casas, de carros, de cuerpos. Ignorar lo que realmente es nuestro, la vida.

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