Comi tamales.

Recuerdo que el año pasado me sentí triste y abandonado, la soledad estaba ahí conmigo la tarde del 2 de febrero del 2010, también la mañana del 6 de enero estuve bajo custodia de la misma situación. En ambos casos deseé un grupo de amistades que me invitaran a compartir el momento, un pedazo de rosca, de verdad no me hubiera importado que me tocara mono. En mi vida y durante gran parte de mis discursos, internos y externos, he hecho notar que la soledad es un estado que yo mismo he alentado, disfrutado, bajo mis preceptos era considerado un estado creativo, y en parte esto ultimo es cierto, escribir que es una de las cosas que mas disfruto requiere soledad, en mi caso, para esculpir los puntos unidos que transforman mis ideas en textos palpables, leíbles, requería no del abandono pero si de la privacidad. Este hecho, lo tome, ahora creo darme cuenta de ello, como un justificante, que me diera valor al momento de recorrer la escuela solo, entrar al cine sin compañía, comer y caminar conmigo y mi autosuficiencia, falsa, por cierto. Es verdad que no disfruto de la compañía de cualquier persona, que quizás he sido exigente al momento de decidir con quien poder externarme y ser la persona sincera que debo ser todo el tiempo, eso estoy seguro ha bloqueado que mi numero de amigos se incremente, no en facebook por supuesto. Y , claro, nunca he sido el hombre que cree en la idea de que mientras mas amigos se tenga se es mas feliz. Muy al contrario, fervientemente y muy de mis gustos avalo ese pensamiento de la calidad, del valor de los discursos, de lo entretenido de las platicas y lo ligero de las horas en compañía de seres de alto valor y contenido energético. sin embargo, durante estos últimos meses, al analizar, me doy cuenta que no he hecho amistades nuevas de aquellas que emocionan, y eso me entristece. La vida, esta experiencia astral y nauseabunda, obligame a romper, a quebrar la marea que me arrastra, que me lleva y me devuelve, la vida construye ahora puentes entre el olvidado pueblo de la intolerancia para conectarme con la cordura, la congruencia, la estabilidad. Al final, cuando se abandone el cuerpo y la sustancia volátil emprenda un nuevo rumbo, lamentare no haber sido abierto, de bloquear la energía que muy de buen modo y sin idea de sufrimiento se presento a mis ojos, quiero descontaminar por completo mi cuerpo, mi alma. Hace un año, estuve solo. Y, lo feo del asunto no fue haber deseado compañía, sino el no haber conseguido. Quedarme con las ganas y el hambre, el deseo de comer tamales, de beber atole.
Hoy gracias a la energía, a Dios, al sufrimiento, pude cumplir, satisfacer aquello. Nunca he sido de las ideas huecas, pero debo ser tolerante. Comí tamales, bebí atole. de tamala fueron los mios 3 por cierto.

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