Tac..Tac...silencio.

es un pequeño cuento que escribi hace tiempo, sin venir a flote;


Tac...Tac… silencio.


Parte 1.

La madre

No se que hacer. Mi hijo lleva dos días sin despegarse de la maquina infernal. Ha faltado a la escuela y no lo he visto dormir. ¡Oh santa virgen! Pedrito no era así.

Todo esto me pone nerviosa. Anoche- igual que él- yo no dormí, lo observe todo el tiempo, la puerta entre abierta de su habitación dejaba escapar la reluciente luz de la maquina, de la computadora, como la llaman. Me acerque sigilosamente como las víboras y creo que en ese momento me convertí en una de ellas. La única luz era la que emanaba de lo que parecía una televisión, y justo enfrente a ella estaba Pedrito, entre el aparato y él no había ni siquiera un metro de distancia.

¡Que horror! , sus dedos eran lombrices que se retorcían y oprimían como boas, produciendo un escalofriante sonido. Tac tac tac…silencio... tac tac tac...Silencio... si no era el sonido del diablo, ¿que mas podía ser?, si no el demonio que se había poseído de mi hijo. Mi tierno Pedrito era esclavo de aquella computadora, dios mío… la historia se repite, una mujer de la calle “la puta dora” me robo a mi esposo, ahora este aparato me roba a mi hijo, una maquina mas cara, mas sofisticada…pero de similar nombre.

En la casa solo somos él y yo, una pequeña construcción en las orillas de la ciudad. A veces nos quedamos sin luz, casi todo el tiempo sin agua. El teléfono rara vez suena, y cuando suena siempre me espanta. Nunca he dejado solo a mi hijo, durante la primaria procure llevarlo a la escuela, todos los días iba a dejarlo hasta la puerta y en punto a la 1 ya estaba esperándolo a la salida. Cuando entró a la secundaria deje de acompañarlo, sus compañeros nos mal miraban y se burlaban de nosotros. Deje de ir con él, pero siempre; me iba detrás de él para cuidarlo sin que se diera cuenta.

Siempre ha sido muy aplicado para los estudios, le han dado su diploma en el fin de cursos, lo llevan a concursar en conocimientos, a mi se me hace que lo heredo de su tata chepe, que hasta presidente municipal llegó a ser.

Aquí en la colonia donde vivimos la gente es muy desvergonzada, dios los libre del infierno. Las calles sucias albergan bares y centros de vicios, cuando voy a misa apresuro el paso e intento mantener lo ojos cerrados todo el tiempo. Me persigno y sé que el ángel es mi escudo contra el tormento.

El mes pasado Pedrito llegó contento con la computadora, se la había regalado el director del bachillerato, aquel día amaneció nublado y el viento que apaciguado, esa tarde enloqueció... ¡Señales!

Todo eso tan era extraño para , conectaba cables, movía los muebles de su habitación, murmuraba cosas, casi, como una oración, pero nunca; mi opinión pidió. Después en la tarde, ataviada con mi rebozo negro, temerosa con la lagrima escurrida, corriendo al templo llegue., entonces el cura Ignacio con voz pausada y atemorizante, casi inaudible, al oído me recomendó; -hija, tiempos difíciles que conducen a la perdición, esa maquina la vía directa hacia el infierno lo acarreara, lo que tiene tu hijo es una adicción, la próxima semana al seminario lo has de llevar.

Frio. Esa noche solo hubo frio, y el viento que susurraba entre los arboles, dejando escapar un alarido urbano que acostumbrados nadie dio lugar. Pero yo no. Yo tenía que estar alerta. Cerré las ventanas e intente hablar con Pedro, pero no me escucho, pasó la tarde y la noche en el teléfono. El internet estaría por llegar- según lo que escuché. Los perros ladraron incansablemente entonando cantos de dolor, ninguna patrulla esa noche por el barrio se paseo. Sin duda algún pecado tenia que estar pagando, algo malo que de mis manos o mi boca escapó.

No te preocupes comadre, es la modernidad- riendo y salpicando saliva panchita- comentó.

Desde aquel día mi hijo me ignoro. Hoy es el tercer día y siento aun más fuerte el terror. En esta casa se respira un sofocante aire seco y frio, son fantasmas que han encontrado un refugio y que tras el humo industrial escapan de la ciudad para descansar. En la radio escuché que uno de esos aparatos modernos había inspirado un asesinato, eso me helo y mis manos comenzaron a temblar, mi respiración se agitó y no deje de mirar hacia todos lados, inspeccionando mi solitario lugar. Cada crujir de la madera es un atisbo de soledad, la noche llega aceleradamente, mientras las nubes cubren la menguante luna; que débil pero esplendorosa, ilumina la triste ciudad. Una curiosa nota de silencio que se embarra en las paredes, resbala hasta el helado piso, simulando gotas de liquido escarlata que entorpecen mi oídos que se confunden, no sabiendo distinguir entre el constante traqueteo de la maquina y el sonido que provocaron los clavos que sujetaban a Jesús en la cruz.

Esto es volver al pasado, la situación me transporta a aquella noche en que mi esposo, gritando y desvariando llegó. Azoto con furia la puerta, destrozo varios de los floreros y me golpeo. Esto es volver al pasado, cuando detrás de él; entro esa putrefacta mujer, dora…como la conocen los vulgares. Y juntos sobre mi cama se enredaron. Esto es volver al pasado y yo no quiero el pasado. No quiero perder a mi único hijo. No señor, no pasara.

Eran estas las ideas, los temores de aquella mujer. Decidida a no perder a su hijo, caminó con cierta fuerza a la cocina y controlando sus emociones, de entre sus utensilios un cuchillo y un palote de madera cogió. La regordeta mujer entonces entro a la habitación de Pedro y por un instante vacilo…

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Parte 2.

El hijo.


Estoy tan contento, después de tantos años de esfuerzo he conseguido algo tan emocionante que se, me ayudara a terminar el proyecto escolar. La computadora de ¡60 gb! Que el director me regalo. Desde que mi asesor me asigno jefe del proyecto, he ingeniado tantas ideas que seguro ahora desarrollare.

El primer día llegue a casa y mi mamá me incomodó. Siempre ha estado tan atada a sus salmos y la supuesta salvación. A veces es difícil convivir con ella, pero todo es parte de su enfermedad. Es tan cambiante, tan depresiva que no se, si a veces solo finge o es verdad. Es sobre protectora pero no sabe que ella representa el más grande peligro para mí. En ocasiones sostengo sus manos y su constante temblor se apacigua y un leve destello de serenidad se dibuja en su rostro, sonríe y me abraza. La gente supone que debo de estar cansado de vivir con ella, quizás se compadecen de mi. Si, a veces es difícil. Pero es mi madre. Ella me quiere. Y yo la quiero también. Estos días ha estado un poco inquieta por el aparato, pero se acostumbrara y estará un poco mas tranquila. En momentos de crisis me duele ver como se retuerce por la casa, alejando con sus rezos a los malos espíritus. Queda rendida y se duerme. Sus cabellos grises y alborotados relucen por el sudor, que se pegan a su arrugada piel.

Me ha estado observando por las noches mientras trabajo, y he pensado que terminando el proyecto -que me ha exigido esfuerzo y largas horas de trabajo- devolveré la maquina y con ella la tranquilidad perdida de mi mamá. A estas alturas ella ya no debe sufrir, ni alterarse por esta situación.

Ha esta determinación llegaba Pedro aquella noche de trabajo, cuando escucho un extraño ruido detrás de él. No hizo caso y siguió tecleando, produciendo ese ruido que incluso a él le incomodaba. El ruido de las teclas viejas. Tac..tac.tac.tac… entonces un fuerte estruendo se escucho desde adentro de su cabeza. Y el líquido tibio, rojo palpitante que chorreaba lo desconcertó.

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El golpe fue impresionantemente fuerte, a pesar de la edad de la señora Pérez, asesto un decidido y directo garrotazo sobre la cabeza de su hijo. Quien apenas pudo girar la cabeza para caer sin pausas al suelo. Era una enorme herida, por la cual brotaba alegre la sangre que empezaba a formar un húmedo charco, Reflejando el rostro de la madre que presa del pánico no lograba comprender lo que acababa de hacer, abrió su boca para gritar y nada se escucho.

La demente señora comenzó a girar, simulando una danza rara, aun con el garrote en la mano y el cuchillo en la bolsa del mandil, se inclino sobre su hijo y sonrió. Nadie se lo robaría, no habría quien se lo quitara. Ella lo cuidaría aquí y en cualquier lugar al que él fuera., se levanto y observo con odio febril la gorda pantalla y el monstruoso teclado, viejo, ruidoso. Con el cuchillo destrozo deprisa las teclas, cuando hubo terminado observó en la pantalla a su hijo, era él. Con su enorme sonrisa y sus expresivos ojos, ahí estaba como si nada hubiera pasado. Brillaba en aquella pantalla… y ella tenia que estar con Pedrito, así que, lentamente ;demostrando una inequívoca señal de locura, movió la cabeza de derecha a izquierda, esbozo una demoniaca sonrisa y con fuerza ensarto su cabeza dentro del monitor, quien, la recibió con electricidad.

Así, una cruda historia termina. Mientras me cuido las espaldas, pues las teclas de mi computadora, entonan aquel mismo canto repetido y colérico. Tac.tac.tac.tac….silencio.

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