Uno de estos dias ( one of these days)
escribi esto mientras escuchaba one of these days de pink floyd.
Unos de estos días voy a explotar, explotare desde afuera hacia adentro y entonces me convertiré en un montón triste y acongojado de hojas secas, hojas color agonía, y estaré dispuesto a arder ante el menor estimulo, ante la menor llama que se acerque al montón seco y acongojado de hojas en que me convertiré.
Uno de estos días voy a vomitar, vomitare la tinta que he absorbido, la tinta con la que se han escrito los libros que me han leído, vomitare color arcoíris. Y el color se ira transparentando, hasta verme reflejado en ese charco que mi estomago ha despedido. Me veré y quizás no me reconozca por que ahora mi cabello se acomoda como siempre había soñado y cuando en aquel charco me vea reflejado seré un cuerpo marchito y calvo, con los labios fríos y asquerosamente resecos.
Uno de estos malditos días voy a caminar despacio, caminare despacio y me detendré unos cuantos minutos a admirar la estatua del Juárez de la esquina de mi casa, lo veré y le sostendré la mirada, quizás invente alguna conversación interesante y cuando este muy atento a lo que yo le diga, le gritare, y con palabras poco apropiadas le recordare a su madre, escupiré ante sus pies helados de metal oxidado y continuare mi lenta caminata.
Uno de estos días visitare a mi padre, y con lagrimas adornare las manchas de su tumba, visitare a mi madre y quizás-una vez mas -le preguntare por mi madre, llorare ese día de la visita y fluirá incesante el recuerdo que entristece y alimenta el mendigo amor que por veces nos sentíamos, el amor del padre que abandona al hijo, como abandona los cabellos sueltos en la almohada de un hotel cada noche mal pagada.
Hoy, mientras tanto decido no mirar demasiado hacia el futuro y encubro mí pasado con débiles cortinas que transparentan todo pero que me dan la sensación de haberlo olvidado, hoy comeré en el italiano más famoso de la ciudad y pagare sin la preocupación de lo que comeré mañana.
Hoy por la tarde mirare triste hacia la montaña adolorida, me mirare a mi mismo y observare la carne insensible en la que me he convertido. Seré como aquella montaña que no se queja cuando cortan de ella los arboles que tanto ha amado, me daré cuenta que he sido la montaña, que he sido el bote apestoso de la basura, que he sido el libro jamás publicado, y entonces en la soledad que siempre me ha rodeado, diré orgulloso que soy el mas amado, el mas buscado, el mas publicado. Diré que no he sufrido, que todo ha sido un aprendizaje. Será una mentira. Pero soy fácil de convencer.
Quizás mañana sea el día en que explote, me gustaría que así fuera. Y que aquella chispa débil, caliente, se acercase a mí y por primera vez, sentir en mi piel el calor que reconforta y antoja para dormir .
Unos de estos días voy a explotar, explotare desde afuera hacia adentro y entonces me convertiré en un montón triste y acongojado de hojas secas, hojas color agonía, y estaré dispuesto a arder ante el menor estimulo, ante la menor llama que se acerque al montón seco y acongojado de hojas en que me convertiré.
Uno de estos días voy a vomitar, vomitare la tinta que he absorbido, la tinta con la que se han escrito los libros que me han leído, vomitare color arcoíris. Y el color se ira transparentando, hasta verme reflejado en ese charco que mi estomago ha despedido. Me veré y quizás no me reconozca por que ahora mi cabello se acomoda como siempre había soñado y cuando en aquel charco me vea reflejado seré un cuerpo marchito y calvo, con los labios fríos y asquerosamente resecos.
Uno de estos malditos días voy a caminar despacio, caminare despacio y me detendré unos cuantos minutos a admirar la estatua del Juárez de la esquina de mi casa, lo veré y le sostendré la mirada, quizás invente alguna conversación interesante y cuando este muy atento a lo que yo le diga, le gritare, y con palabras poco apropiadas le recordare a su madre, escupiré ante sus pies helados de metal oxidado y continuare mi lenta caminata.
Uno de estos días visitare a mi padre, y con lagrimas adornare las manchas de su tumba, visitare a mi madre y quizás-una vez mas -le preguntare por mi madre, llorare ese día de la visita y fluirá incesante el recuerdo que entristece y alimenta el mendigo amor que por veces nos sentíamos, el amor del padre que abandona al hijo, como abandona los cabellos sueltos en la almohada de un hotel cada noche mal pagada.
Hoy, mientras tanto decido no mirar demasiado hacia el futuro y encubro mí pasado con débiles cortinas que transparentan todo pero que me dan la sensación de haberlo olvidado, hoy comeré en el italiano más famoso de la ciudad y pagare sin la preocupación de lo que comeré mañana.
Hoy por la tarde mirare triste hacia la montaña adolorida, me mirare a mi mismo y observare la carne insensible en la que me he convertido. Seré como aquella montaña que no se queja cuando cortan de ella los arboles que tanto ha amado, me daré cuenta que he sido la montaña, que he sido el bote apestoso de la basura, que he sido el libro jamás publicado, y entonces en la soledad que siempre me ha rodeado, diré orgulloso que soy el mas amado, el mas buscado, el mas publicado. Diré que no he sufrido, que todo ha sido un aprendizaje. Será una mentira. Pero soy fácil de convencer.
Quizás mañana sea el día en que explote, me gustaría que así fuera. Y que aquella chispa débil, caliente, se acercase a mí y por primera vez, sentir en mi piel el calor que reconforta y antoja para dormir .
Osiris Lopez Ramirez
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